Lecciones del "periodismo - periodismo"
Crédito: Semana.com
Los días anteriores trajeron,
como las hojas con el invierno, un nuevo y polémico tema para la opinión
pública nacional. La “comunidad del anillo” es algo que, aunque poco
registrado, ya se conocía desde hace tiempo en Colombia, cuando el programa
Séptimo Día realizó un reportaje sobre cómo la muerte de la cadete Lina Maritza
Zapata podría estar relacionada con esta supuesta red de prostitución
homosexual al interior de la Policía.
La coyuntura, sin embargo, se
avivó esta semana gracias a la -y me duele decir su título- periodista Vicky
Dávila, quien hace un tiempo había comenzado una investigación sobre ello.
En medio de una carrera cada vez
más estrecha, disputada entre poderes políticos, institucionales y la misma Dávila,
esta última publicó en las redes sociales del medio que presidía, La Fm, un vídeo del exviceministro del Interior, Carlos Ferro, y el hoy capitán de la
Policía, Anyelo Palacios, que supuestamente probaba la existencia de la ya
nombrada “comunidad”.
Este clip de 8 minutos, en el que ambos señores
entablan una charla de carácter íntimo mientras buscan un lugar para concretar
un encuentro sexual, fue publicado sin más, volviéndose rápidamente comidilla
de los voraces perfiles virtuales. De esta determinación, por supuesto, han
surgido varias críticas.
En primer lugar, y de manera
fundamental, la cuestión de la ética periodística de Dávila. La filmación,
realizada sin el conocimiento de Ferro, fue lanzada de la manera más explícita
y vulgar posible sin preocuparse por la vida familiar, laboral y social de los
implicados, en lo que es una clara violación a los derechos de la honra y la
intimidad.
La serie de acciones que condujo
a la publicación de este vídeo, y el obsceno tratamiento que le fue dado a
este, constituyen el perfecto ejemplo de todo lo que no debe hacerse en el
periodismo. Vicky Dávila no solo dañó su imagen profesional, sino que también
afectó la de un oficio tan noble y necesario como sí solo.
Siguiendo, el medio La Fm alude
que este vídeo sale a la luz pública como prueba de la existencia de la
“comunidad del anillo”. Sin embargo, al analizársele, este no constituye
testimonio alguno. De hecho, ni siquiera es material probatorio de delito: este
se limita a mostrar a dos adultos hablando de manera consensuada de sus gustos
sexuales.
Los hechos mostrados en este film
resultan ciertamente escandalosos para una sociedad tan católica y moral como
la nuestra, donde nadie comete pecado y la diversidad es crudamente castigada. Sí,
Vicky Dávila en su forzado intento de hacer “periodismo – periodismo” cayó al
mismo nivel de La Red: publicando noticias morbosas sin rigor alguno, dando pan
y circo a un país intolerante y de dos caras.
Este hecho, verdaderamente
condenable, derrocó a sus principales implicados. Sin embargo, este mismo no
debe volverse una cortina de humo para otros temas, porque han de seguirse las
investigaciones sobre la igual de condenable “comunidad del anillo”, en caso de
esta existir; porque ha de castigarse a la Policía en caso de extralimitar su
poder con “chuzadas” y otros actos corruptos; porque la verdad no debe
encubrirse con escándalos.
En un Estado social de derecho
cada quién debe atenerse a las consecuencias de sus actos, más cuando estos
transgreden los límites de lo establecido. El día de hoy fue la señora Dávila,
afectando a una gran cantidad de actores en el proceso. Si su investigación
tiene algo de cierto, ya se verá; sin embargo, la conclusión de este aparatoso
incidente es que muchas veces el proceder interesa más que el fin, y que el
periodismo siempre debe velar por el respeto y por lo humano.